Chile no escapa al problema del capitalismo, todo lo contrario, Chile ha sido un gran laboratorio de EE.UU. y Europa para probar los efectos de éste, y sus derivados o socios (para no distinguir pero abarcar todas las expresiones que incumben aquí, liberalismo, neoliberalismo, capitalismo (temprano, medio, tardío, póstumo, afterhour) explotaciones varias, industrialización, globalización, etc). El capitalismo genera consumo y ligado al consumo viene la espectacularización[1]. Luego, espectáculo y consumo derivan en la imposibilidad de uso de una mercancía. Es decir, imposibilidad en la medida en que el capitalismo separa al objeto de sí mismo; lo divide, lo escinde. En otras palabras, el capitalismo toma un objeto y lo vuelve, por un lado, objeto de consumo; por otro, objeto de espectáculo, posicionándolo en una vitrina.
Ahora bien, en Chile la educación paga el alto costo que ello tiene. Hoy en día nos vemos plagados de publicidad de universidades privadas, todas ellas con fines de lucro (mas allá de lo que estas planteen, en tanto entendemos que la publicidad esta destinada a vender o generar el consumo de un servicio –la educación, por ejemplo- y todas estas universidades invierten bastante en publicidad; ello da a entender que la institución esta buscando clientes o consumidores y no estudiantes que ingresen de manera vocacional o con fines educativos). Dicha publicidad ataca a cada joven, a cada padre o madre, utilizando siempre estrategias de exhibición de profesores destacados, salas de estudio, laboratorios, infraestructura, etc. Se arma un espectáculo acerca de la universidad privada; un espectáculo que llama a ser consumido; sin embargo, este espectáculo es inasible para cada joven, es meramente una imagen y no refleja ni la promesa del spot, ni la sombra que este pudiera proyectar. De ahí que “las instituciones educativas en Chile acaban con nuestra posibilidad de profanar, y con ello, con nuestras capacidades creativas”[2].
Se distingue, entre profanación y consagración de un objeto. En este sentido, si profanar es llevar aquellos objetos que han sido consagrados (esto es alejados de la esfera de uso del hombre) al individuo, es decir, restituirlos para su uso; entonces, la educación privada en tanto figura publicitaria, espectáculo de consumo masivo plantea la potencialidad de su profanación inmediata. Así, Agamben plantea que mediante el juego de relevar al objeto de su significado original, vaciándolo de sentido y asumiéndolo vacío, se puede reutilizar, es decir, profanar un objeto cuyas instancias de vida, incluso, ya hubiesen sido consagradas.
De este modo, frente a la publicidad de las universidades privadas queda una opción evidente: profanarlas. Vaciarlas de sentido, y (re)significarlas mediante un nuevo uso; hacerse cargo de ellas e incorporarlas a la practica docente; reutilizarlas, etc.
Así también, cuando se plantea la reflexión acerca del sistema de aprendizaje (SERF) que trae la fundación Luksic a Chile[3], tenemos esa misma opción; profanarla. Cuando digo profanarla lo digo mas allá del eventual uso “correcto” que pudiéramos hacer de este. Simplemente planteo la posibilidad de darle “una vuelta de tuerca” a todas esas intrusiones, agregados no necesariamente deseados en el sistema educacional para así volcar todos esos objetos fuera de la mera exhibición, fuera del espectáculo. Haciéndolo, no solo (re)significamos una serie de objetos que a veces parecieran nacer vacíos, sino que apuntamos a un modelo de educación donde incluso, la pauta la puede dar la profanación de aquellos elementos que constantemente, atentan contra el sistema educacional y pero aun, contra su desarrollo en función de las necesidades reales de Chile.
La idea es, obviamente, no generar mas docentes como el panda y el cisne[4]; es poner al docente en la posición que le corresponde, librándolo de aquellos elementos que, centrífugamente, le impiden llegar a su objetivo con claridad. Porque «generación tras generación, la baja visión crítica de los docentes ha permitido que los centros educativos estén orientados por las reglas del sistema económico. Exigimos, a modo de simulación, que los estudiantes puedan competir en el sistema, los valores de responsabilidad y puntualidad se vuelven más importantes que la honestidad y la creatividad, los alentamos a «ser alguien en la vida» para que tengan voz, y pocas veces nos permitimos escuchar lo que quieren decir«[5].
[1] Para cualquier referencia diríjase a este enlace, https://investigacionydocencia.wordpress.com/2012/01/25/la-educacion-de-calidad-en-chile-podria-terminar-en-el-rincon-del-museo/; aquí, la discusión se basa en todo lo planteado por el autor.
[2] Idem.
[3] Para mayor información sobre el proyecto y el articulo diríjase a https://investigacionydocencia.wordpress.com/2012/01/23/hagalo-usted-mismo/.