Educación, libertad, adaptación y sociedad (Parte I)

Siempre ha sido difícil la presentación de una teoría académica que funja como fundamento para la educación y su práctica. Podemos remontarnos hasta los antiguos pensadores griegos para ver en ellos una posición filosófica-académica referida a la educación, como también es posible ver a psicólogos presentando sus teorías del conocimiento extrapoladas al ámbito educativo. Variado es el escenario y variados son los caminos. Sin embargo, hay algo que está a la base de todo proyecto teórico y de toda acción educativa: una práctica educativa sin teoría es ciega, y una teoría educativa sin práctica es idealista y poco constructiva.

En cierto momento se considera posible mirar a la Teoría de la educación como un cuerpo de principios obtenidos de teorías filosóficas, científicas, sociales o psicológicas; es decir, la generación de un tipo de teoría de la educación consistía en señalar las tesis metafísicas, epistemológicas, y éticas de pensadores y desde ahí extraer algunas consecuencias educativas o consecuencias que pudieran extrapolarse al ámbito educativo. Tal actuar se sitúa  lejos de poder lograr una unión entre la teoría académica en boga y la práctica educativa que pretendía fundamentar y guiar.

Por otra parte, hay propuestas que expresan que la manera posible de solucionar el problema existente entre la relación de la Teoría educativa con la práctica educativa es que tal teoría debe provenir de lo empírico, tornándose así en una teoría práctica. Así, tal teoría práctica apunta a un fin y estructura diferente a la científica.

Ahora bien, el punto que nos importa  es el siguiente: Educación: la tensión entre  libertad y  adaptación. Por ello, necesario es edificar e indagar de qué manera hay teorías que apuntan hacia la libertad y otras que miran a la adaptación como fundamento de la educación. Una educación basada en la libertad dista mucho de una educación que tenga en su formulación más interna la idea de adaptación del individuo, pero al mismo tiempo ambos factores se conjugan y se contraponen mutuamente en cada paso. Es en este juego donde hay que buscar nuestra propia visión como agentes educativos: ¿educamos libremente?, ¿Educamos para la libertad? o ¿Educamos sólo para un tipo de libertad?

Libertad v/s Adaptación: una tensión entre ambos conceptos llenos de valor

Recordemos que en educación la teoría denominada Conductismo fue incluida como un sistema de instrucción que, de una u otra manera, buscaba la inserción de los individuos en una sociedad industrial. Aquel fundamento presenta una gran solución para la misma práctica educativa apuntando a logros y avances que se pueden medir en el ámbito del conocimiento de un individuo. El aprender es entendido como el modo en que se modifica la conducta; un individuo aprende cuando logra un cambio en su anterior modo de accionar sobre materias del conocimiento. Pasar de un estado de vulnerable erudición a otro de mayor conocimiento a través de un aprendizaje, que es entendido como el cambio de la conducta gracias a la experiencia, es uno de los fines a que tiende la educación fundamentada en una teoría conductista. Tal aprendizaje está representado por una especie de linealidad, es decir, por un antes y un después en la calidad del conocimiento del sujeto; tal acción de cambio es lograda por un método que científicamente es común: el estímulo y la respuesta. El sujeto aprende cuando se logra establecer los estímulos convenientes para así logran una respuesta de cambio en la conducta.

Sin embargo, frente a tal actuar y meta que pretende lograr educación al querer obtener el condicionamiento del sujeto a partir de estímulos medibles y respuestas medibles, surgen las siguientes interrogantes: ¿dónde está la opción de un «querer hacer» propio y único del individuo? ¿Hay libertad en un modo de aprender de tal manera? ¿El fin de la educación debe ser adaptar al individuo a una era técnica y por lo tanto amaestrarlo para un puesto único en la sociedad? Tomando en cuenta lo anterior, se hace necesario reflexionar sobre la base de las ideas que ven en esta “adaptación” a la sociedad industrial, un modelo que más que hacer avanzar a la sociedad, la estanca.

Por otra parte, Freire nos sugiere que las opciones ámbito social son llevar a cabo una educación que transforme, que sea revolucionaria, o en su defecto llevar a cabo una adaptación al sistema. Para él no educar a los seres humanos de manera integral y sólo “adiestrarlos” ayuda a mantener un sistema vertical, jerárquico y autoritario. Por lo mismo, propone que la educación debe ser un proceso que se lleva a cabo a través del diálogo, entre profesores y alumnos, que se vuelven constructores de un aprendizaje. El énfasis está en educar para la igualdad, para liberar al individuo de la opresión de las clases dominantes.

En tales visiones, la adaptación tiene una función que para algunos, es extremadamente negativa, pues coarta la libertad de los sujetos participantes de un proceso educativo. Si la educación fuera considerada sólo como una herramienta para desenvolvernos en un medio laboral, tal vez, la adaptación no sería considerada como un factor tan perjudicial. Sin embargo, la educación es un proceso que afecta directamente a la sociedad. En la escuela no sólo se nos enseñan historia, lenguaje y matemáticas, sino que también una actitud frente al mundo, siendo éste  a su vez el gran problema: pues si es aquella forma individuos que sólo serán capaces de aceptar un sistema pre-establecido, jamás se logrará conformar una sociedad en que valores tan importantes como la libertad expresada en la responsabilidad consciente que tenemos en nuestros actos.

Educación y Masificación

"Así, cuando la educación trabaja como la representación de una sociedad dominadora, aquello que está formando es la masificación de los seres humanos. La adaptación de tales en un sistema que los corrompe día a día y que no los deja desarrollar una posición de análisis de aquello que los rodea, tampoco desarrollar sus características intelectuales ya que solamente se está apuntando hacia una acumulación de conocimientos por parte del sujeto"

Estamos dentro de un sistema, imposible es negarlo. Tal sistema posee un sin fin de mecanismos que lo componen: económicos, políticos, culturales e ideológicos. Todos intentan relacionarse de la mejor manera para así lograr un buen resultado en la producción de un sistema habitable por los sujetos insertos en él. Pero qué pasa cuando la sociedad no está impulsada en desarrollar un ambiente adecuado para el desarrollo de sus integrantes, ¿se está incumpliendo la razón por la que es formada una sociedad? En cierta medida sí. Así, la reacción que se obtiene desde tal fallo en el actuar de la sociedad es una posición de dominación apuntada hacia los individuos. La relación ya no es de pares, sino que de dominados y dominantes, siendo los dominantes aquello que llevan el mando de los mecanismos que componen el sistema, y los dominados aquellos que son presos de tal sistema.

Tal escenario más que penosos en desastroso, las libertades individuales de los sujetos claramente son presentadas como un número que es posible ocupar, las personas ya no son seres humanos sino que pasan a constituir una utilidad para con la sociedad. Son ahora recursos humanos. Pero ¿qué rol juega aquí la educación? La educación posee un rol ambivalente; uno apunta hacia la representación de la sociedad, es decir, la educación muestra a los educandos los preceptos a seguir dentro de la sociedad, adjudicándose una valor de imagen de la sociedad el cual apunta a lograr un nexo de los sujetos y las ideologías que conforman al sistema. Por otra parte, la educación es el modo en que tal relación de dominación del individuo se modificada y es expulsada de los fines que pretende lograr una sociedad para con sus integrantes. La formación de individuos críticos de su entorno ciertamente genera un cambio en la manera en que los sujetos se relacionan con su sociedad: claramente logran una un compromiso con ella y, más aún, son parte activa de ella.

Así, cuando la educación trabaja como la representación de una sociedad dominadora, aquello que está formando es la masificación de los seres humanos. La adaptación de tales en un sistema que los corrompe día a día y que no los deja desarrollar una posición de análisis de aquello que los rodea, tampoco desarrollar sus características intelectuales ya que solamente se está apuntando hacia una acumulación de conocimientos por parte del sujeto; tal educación no apunta a una formación critica de los educando, sino que a la adaptación y asimilación de conocimientos externos a ellos y que no poseen ninguna relación con ello de manera directa. Solamente son teorías y principios etéreos que no son direccionados hacia la propia vida de quien se está educando. En síntesis, no son utilizables por los individuos en ninguno de sus modos de desenvolvimiento en su vida. Una educación adaptada es símbolo de una sociedad no democrática y dominadora.

Por otra aparte, cuando una educación apunta hacia un cambio sustantivo en el hombre, hacia una conformación crítica y libre de él estamos ante la presencia de una integración de los conocimientos hacia la vida propia del educando. Tal acción modifica ciertamente el modo en que el sujeto está en relación con los contenidos que se le están mostrando, el sujeto es un ser que está en un contexto propio y por lo tanto posee una postura propia frente a ello. Así, basándose en una educación crítica es posible la formación de una sociedad democratizadora de conocimiento, de integración y compromiso con la sociedad. Pero ¿cuáles son los puntos en los que se fundamenta una educación liberadora y crítica?

  • Entender que el ser humano es un sujeto histórico, posee una historia propia.
  • El ser humano es un ser activo, es un ser que debe entenderse como inacabado, un sujeto que está en constante construcción.

Una educación que mira hacia la formación crítica del estudiante es una educación que está inmersa en una sociedad democrática.

(…) «la educación tendría que ser, ante todo, un intento constante de cambiar de actitud, de crear disposiciones democráticas(..)»1

  1. Freire, P. (1980). La educación como práctica de la libertad. México: Siglo XXI.

Los profes no solo como transmisores de conocimientos

Es así como debiesen ser las relaciones en la escuela, rompiendo con las constantes relaciones asimétricas que se dan entre profesor-alumno

En la siguiente columna, daré mi visión con respecto a una situación constante que se da en la escuela y en la realidad de cada uno de nuestros actuales o futuros estudiantes.

Comúnmente la sociedad asume que la única función de los profesores es ser un ente que se encuentra dentro de la escuela para trasmitir conocimientos, siendo los encargados de enseñarles a los estudiantes  a leer, a sumar, o a conocer las distintas transformaciones que ocurren en el ambiente.

Pero no, personalmente observo esto como un error, pues día a día la sociedad y nuestros estudiantes vivencian distintas situaciones que interfieren en sus percepciones de vida, en como aprecian la escuela, a sus compañeros y lógicamente lo que sienten al estar  a diario compartiendo con tantas personas… Y esas vivencias provocan que estén bien o mal, que aprovechen o se sientan exhaustos de estar estudiando, y luchando por salir adelante.

Los colegios, muchas veces discriminan a los alumnos por ser desordenados, inquietos o por ser violentos en sus actos; pero alguna vez nos preguntamos ¿por qué el estudiante reaccionó de esa manera?, ¿Por qué su forma de defenderse es a golpes? ¿Pasará algo en su casa, que esté provocando estas reacciones? Escasas veces ocurre eso y se estigmatiza al alumno diciéndole que no sirve para estar dentro de un colegio, o para cumplir con las normas que este tiene como institución. E indirectamente el estudiante se estigmatiza y cree que no sirve para estudiar y se siente totalmente fuera de lugar.

Pero es en este punto donde como profes debemos estar atentos a los cambios y actitudes que tienen nuestros alumnos, pues si nosotros como profes que estamos gran parte del día con ellos no somos capaces de observar lo que le sucede a nuestros estudiantes, seremos cómplices del daño que se les puede provocar, o partícipes indirectos al no ser capaces de conocerlos, porque como bien sabemos muchas veces la comunicación en sus hogares no es del todo fluida, o ellos no se sienten capaces de compartir lo que les sucede. Y es en ese momento donde debemos hacernos presentes y orientar y ayudarlos, demostrarles que pueden confiar en nosotros, y que además de ser su profe podemos ser esa persona en quien puede confiar, para preguntar o aclarar las diversas dudas que pueda tener.

Considero que el preocuparnos de nuestros alumnos, hace que seamos aún más valorables en nuestra profesión, nos permite ser capaces de reconocer las dificultades de los niños y poder argumentar y saber los por qué de sus dificultades de aprendizaje,  o conocer el por qué no los motiva el ir al colegio, el querer aprender o estudiar. El saber si existen o no problemas en su hogar, si carga con más de alguna responsabilidad que limite sus tiempos, o si está teniendo problemas en las nuevas etapas que esta viviendo.

Como profesores y futuros profes, debemos estar atentos a esas pequeñas señales que siempre nos dan los estudiantes, atentos a esos cambios de carácter o de reacciones. Porque lo más probable es que detrás de dichos cambios se escondan penas o problemas que están interfiriendo de sobremanera en su crecimiento y desarrollo.

No soy Dios ni Buda.

Hoy pretendo ir un poco por el lado más narrativo dejándolo casi para la reflexión. Hoy busco ser un poco más que una futura profesora. Hoy busco pensar e indagar, entender y meditar además, sobre una pregunta que tal vez varios se hayan hecho y nadie ha podido responder con certeza.

Si fuese por mí estudiaría toda la vida, claramente uno nunca deja de aprender y menos de comprender. Sí fuera por mi me haría abuela y dejaría que los años pasaran mientras mato el tiempo (o tal vez vivo el tiempo) experimentando miles de diferentes prácticas, hábitos, costumbres, modas, aprendiendo contenidos de ciencia, de arte, de cine, de danza, del cuerpo, de gastronomía, de arquitectura, de lenguas  e incluso de matemáticas, cosa que jamás me agradó mucho. Si me preguntan cuál es la situación actual de mi vida, diría que está en un “Trabajando en ella”, ¿por qué? Por que falta por recorrer. Cuando un profesor se muestra culto y lleno de experiencias que sirven para un buen tino en cualquier contexto, situación, o pregunta, mi estado de “trabajando en mi vida” se vuelve más severo, más… importante.

¿Qué buscan los estudiantes en los profesores? Si me hubieran hecho esa pregunta cuando cursaba el colegio, tal vez hubiese dicho la palabra Apoyo, sin especificar mucho más. Pero ahora que me veo yo frente a un curso de más de 30 personas, la palabra apoyo se hace diminuta. Qué quiero yo darles  a mis alumnos… herramientas. Hoy para mí esa palabra engloba entonces ese apoyo que hubiese pedido años atrás.

Con esto de las jornadas completas obligatorias, los estudiantes pasan más tiempo en el colegio, conviviendo con sus compañeros y profesores que en sus casas. No voy a cuestionar si esto es malo o bueno, u óptimo o no,  porque me saldría un poco de lo que realmente busco con la escritura de estas líneas, pero si es así, si pasan y transcurre tanto tiempo de sus vida y tantas etapas también de ellas cerca de mí, hablando claro como docente ¿cuál es mi tarea? Tengo claro que son muchas, pero la más importante es darles a conocer que “siempre se puede” aunque cliché suene. Y ahora volviendo un poco a esas “herramientas” podría decir que pretendo dejar en mi alumnado frases, acciones, situaciones y claro contenidos concisos tanto de mi asignatura como otras (dentro de los que se puede),  que le permitan desarrollarse en una sociedad tan dinámica como la que se vive y se seguirá viviendo, para que tenga una posición frente a la vida y sepan enfrentar tal vez de mejor manera o sobrellevar de mejor manera más bien, algunos problemas o situaciones. No soy dios, ni mucho menos una buda sabia llena de conocimiento, pero puedo darle lo que tengo, porque creo, que si muchos profesores hicieran lo mismo, formaríamos personas que ¡vaya! Sí que serían un gran aporte luego y siempre.

Ya es suficiente (por lo menos para mi) ese desencuentro y muro gigante que en la relación profesor/estudiante se da. El respeto no se gana siendo duro ni mostrándose tan superior, se gana marcando a los alumnos, quebrándole esquemas para construir unos mejores, se gana dejándolos con dudas y respuestas y con situaciones que desordenen sus cabezas tan llenas de información, sé que puede resultar difícil porque son múltiples los factores que afectan para que se dé esta situación, pero como en unas cuantas líneas anteriores escribí, SIEMPRE SE PUEDE. Y debo insistir (es bueno hacerlo) que no soy dios, ni mucho menos una buda sabia llena de conocimiento, pero puedo dar lo que tengo.